Ro, perdona que me he quedado sin saldo, y ya no te he podido llamar de vuelta. Mi madre se niega a adelantarme la paga del mes, y eso que hoy estaba de buen humor (acaban de salir por la puerta. Se van al cine. ¿A qué cine?, me pregunto yo, porque aquí no hay ni uno).
El caso es que poco más, ya te lo he contado todo. Lo de María, mi compañera de pupitre, no te lo sé explicar mejor. Es misteriosa porque no habla con nadie, en cada descanso de clase sale disparada y vuelve siempre con la lengua fuera, como si hubiera estado corriendo los cien metros lisos, toma los apuntes más perfectos que he visto en mi vida, pero cuando algún profe la pregunta, en cualquier asignatura, es incapaz de contestar correctamente, tiene siempre la cara triste, o asustada, o las dos cosas, y para oírla casi necesitas una trompetilla, que me está creando un complejo de abuela sorda que no veas. Conmigo es maja, me deja sus apuntes, me sonríe, hace intentos de hablar algo: hola, adiós, ¿quieres? (un boli, las ochenta veces a la semana que se me pierde el mío)... y nada más. No es que me caiga mal, como tú decías. No la conozco, y eso que me paso cinco horas al día pegada a ella.
Y sí, me pone un poquitín nerviosa.
Hala, ¿resuelto el misterio?El caso es que poco más, ya te lo he contado todo. Lo de María, mi compañera de pupitre, no te lo sé explicar mejor. Es misteriosa porque no habla con nadie, en cada descanso de clase sale disparada y vuelve siempre con la lengua fuera, como si hubiera estado corriendo los cien metros lisos, toma los apuntes más perfectos que he visto en mi vida, pero cuando algún profe la pregunta, en cualquier asignatura, es incapaz de contestar correctamente, tiene siempre la cara triste, o asustada, o las dos cosas, y para oírla casi necesitas una trompetilla, que me está creando un complejo de abuela sorda que no veas. Conmigo es maja, me deja sus apuntes, me sonríe, hace intentos de hablar algo: hola, adiós, ¿quieres? (un boli, las ochenta veces a la semana que se me pierde el mío)... y nada más. No es que me caiga mal, como tú decías. No la conozco, y eso que me paso cinco horas al día pegada a ella.
Y sí, me pone un poquitín nerviosa.
Me voy a la cama a leer un libro, el plan con el que cualquier adolescente soñaría un viernes por la noche. :P
Ester
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