Perdona, Ro, tienes toda la razón. Ayer se me fue la pinza y no seguí contando la historia de Miguel, pero es que a veces me cabreo tanto con mis padres que me bloqueo…
Bueno, en realidad tengo poco que contar. Miguel, por lo poco que he hablado con él, es un chulo, un creído, tiene un séquito de admiradoras que lo vuelven aún más bobo de lo que es y... unos ojos verdes que cortan la respiración. Pero literalmente. Al menos, a mí. Ahora, cada vez que por algún motivo cruzo con él la mirada, el estómago me da un salto.
Y lo peor es que ni siquiera me cae bien. No sé, a lo mejor domina la magia negra :D
Hablo de "sus ojos", pero debería hablar en singular, porque tiene el pelo muy liso y una especie de flequillo que le tapa siempre el ojo derecho. Además es alto, y muy, muy delgado. Y sonríe sólo de medio lado. De verdad. O sea que entre que es medio tuerto y tiene la boca torcida os estaréis imaginando lo peor x-D Pero no, en serio, tiene algo especial.
Otra vez me he ido. Al tema: el tío estaba apoyado en la pared, junto al escaparate de la cafetería. Me dijo que el sitio estaba lleno de críos, y que me proponía un plan mejor. O algo así. :-O
Me pareció tan forzado, con los pulgares metidos en los bolsillos, el cuerpo apoyado en la pared, y el cigarrillo colgando de los labios, que me dio la risa floja. Y justo cuando estaba entrando en la cafetería, el tío dijo: “Bueno, otra vez será” y se empezó a reír a carcajadas.
Se ríe a gritos, os lo juro. Una cosa de lo más discreta. Y como si le dieran al on/off, porque tal cual empezó a reírse, se calló. Y desapareció. O sea, no en plan vampiro que se desvanece en medio de la noche, ¿eh?, no os montéis películas. Quiero decir que se fue, pero como es medio “elástico”, o sea, que cuando anda parece un poco que se desliza, en un par de zancadas se había marchado.
No ha vuelto a hablarme. Seguro que le sentó mal que no le hiciera caso... pero nos miramos de vez en cuando y, ya sabéis, lo de mi estómago y eso que os he contado...
Bueno, os dejo, que tengo que hacer millones de deberes. María, mi compi de pupitre, me ha prestado algunos apuntes, pero sigo yendo con retraso, arggg. Ah, y chicas, gracias por contarme lo de Óscar y Marta. Por mucho que digáis que fue casualidad, no me hace ninguna gracia que fueran los dos solos al cine. Con razón la cerda de ella no me ha escrito desde que me fui…
Ester
P. D. Ro, escríbeme y cuéntame lo del profe de dibujo y la anécdota de las ¿patatas fritas? No me enteré bien.
Me encanta esta adolescente y sus disquisiciones sobre el chico que le gusta y le disgusta al mismo tiempo; con sus dudas, sus comparaciones y las curiosidades propias de esa edad en la que parece que empiezas a descubrir el complejo mundo de las relaciones!!
ResponderEliminarBesos
Espero nuevo capítulo! Ya me he puesto al día este finde con toda la historia!
Esa MArta no es de fiar, te lo digo yo, si es que llamándose Marta no puede ser más que una bruja.
ResponderEliminarBesos
Lou
PD: entonces ¿director de cine?
No todas las martas son iguales, Lou :D
ResponderEliminarDirector de teatro, de momento.
Besotes