Una semana. Hace una semana que llegué aquí, pero parece que fue hace dos siglos.
Ayer tuve una bronca enorme con mi madre. Lo único que le pedía es que me dijera una fecha: un día, un mes o un año, algo a lo que agarrarme. Pensar que estoy aquí de forma indefinida me mata. Si por lo menos supiera que existe una posibilidad de volver...
Sobreviví a la gastroenteritis y volví al instituto. La gente me sigue mirando al pasar como si fuera un bicho raro, con curiosidad, pero también con desconfianza. Y digo yo que lo más normal es que me miraran con pena. No os he contado que después de mi entrada triunfal en las escaleras del instituto mi madre se empeñó en ir a ver al director, para presentarnos. El tío fue bastante majo: que bienvenida, que lo que necesitara, bla bla bla... Pero yo no hacía más que mirar el reloj hasta que ¡Riiiiiiing! Sonó el timbre para indicar que empezaban las clases.
Salí a todo correr, pero tardé un buen rato en encontrar mi clase. La puerta estaba cerrada, claro, y yo oía al profe hablar de fondo. Golpeé con los nudillos, pero él nada, seguía hablando. Volví a llamar, esta vez más fuerte. Ni caso. Así que decidí entrar a las bravas...
Y tan a las bravas. El hombre estaba justo detrás de la puerta que yo abrí de par en par. PUMBA. Menudo golpazo le di en la nariz. Qué palo, de verdad. La gente de clase se partía, y yo ahí, como un pasmarote, porque el tío me miraba totalmente ido y no era capaz de hablar. Al final reaccionó y me mandó sentarme al lado de la chica más rara de toda la clase, esa es otra, ya os contaré.
Salí a todo correr, pero tardé un buen rato en encontrar mi clase. La puerta estaba cerrada, claro, y yo oía al profe hablar de fondo. Golpeé con los nudillos, pero él nada, seguía hablando. Volví a llamar, esta vez más fuerte. Ni caso. Así que decidí entrar a las bravas...
Y tan a las bravas. El hombre estaba justo detrás de la puerta que yo abrí de par en par. PUMBA. Menudo golpazo le di en la nariz. Qué palo, de verdad. La gente de clase se partía, y yo ahí, como un pasmarote, porque el tío me miraba totalmente ido y no era capaz de hablar. Al final reaccionó y me mandó sentarme al lado de la chica más rara de toda la clase, esa es otra, ya os contaré.
TOTAL, que así de penosa ha sido la semana. Y eso que en mi mesilla de noche tengo una piedra que, según me dijeron, me daría buena suerte. Pues menos mal, porque si llega a ser gafe...
Me voy a la cama. Mañana me espera otro día divertidísimo en villatostón. Venga, matadme de envidia, contadme dónde estabais mientras yo escribía este rollo patatero. Si es que habéis conseguido llegar hasta el final. Me da que no, que ni una de vosotras está leyéndome.
(Ro, ya sé que tú sí, pero me lo cuentas por mail o por sms, y eso aquí no luce nada).
Buenas noches. Por decir algo.
Ester
*Foto tomada de El cuadrilátero
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